Carta a la luna menguante

El alba 
sobre la ciudad 
gira. 

Y tiende 
gotas 
de roc;o. 

A ti 
ya casi 
no te entra el sue;o. 

Y en el silencio 
avanzan 
los relojes. 

El sobre 
suavemente 
abres, 

una hoja blanca 
tomando 
ante ti. 

Sobre la primera 
palabra 
te detienes. 

Encontr;ndote 
con la mirada 
de la luna. 

Y esas l;neas 
que no alcanzaron 
a escribirse 

dir;n m;s 
que mil 
palabras dichas. 

Esas palabras — 
fr;as 
y lejanas, 

como destellos 
en las nubes. 

A la luna menguante 
le escribes una carta, 
sin saber 
qu; respuesta vendr;. 

No sabes si llegar;, 
;acaso llegar;? 
;brillando con esa 
luz aterciopelada? 

Y si la luna 
la recibe, 
;qu; dir; 
a tu confesi;n? 

;C;mo te recibir; 
la luz menguante, 
resbalar; acaso 
un rayo 
como despedida? 

Y t;, en silencio, 
miras 
al cielo. 

Encontrando 
el alba 
rosado. 

El alba te lleva 
all; 
donde nunca estuviste, 

donde ya no hay 
obst;culos 
que vencer. 

Abres la ventana 
para 
la frescura, 

para los primeros 
rayos 
del sol, 

la carta, 
descansando 
en el cuaderno, 

env;ala 
tras ella, 
s;guela. 

Qui;n sabe, 
tal vez hoy 
sonr;a 

la suerte 
para ti, 
este 
instante, 

y la luna 
toque tu mano, 

qued;ndose 
contigo 
para siempre. 

A la luna menguante 
le escribes una carta, 
sin saber 
qu; respuesta vendr;. 

No sabes si llegar;, 
;acaso llegar;? 
;brillando con esa 
luz aterciopelada? 

Y si la luna 
la recibe, 
;qu; dir; 
a tu confesi;n? 

;C;mo te recibir; 
la luz menguante, 
resbalar; acaso 
un rayo 
como despedida?


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