El reloj de las ausencias

Cuando todas las manecillas 
se detuvieron 
a medio c;rculo, 
sin llevar 
su curso 
hasta el cumplimiento…

Cuando un d;a 
discut;an 
uno con otro, 
cuando repart;an 
juntos 
todos los sue;os.

Se detuvo 
el tiempo 
un segundo 
antes de la 
sabia 
quietud.

Para dar 
la ;ltima ocasi;n 
de decir: «No», 
para que juntos 
no partan 
sus sentimientos.

No se trata 
de dejar de amar — 
esa palabra es sagrada. 
No se trata 
de perder 
lo que hallaron.

Y en el silencio 
que alguna vez 
les susurr; 
que 
uno al otro 
se necesitan.

Que callen 
los relojes, 
que enmudezcan 
las manecillas, 
y el silencio 
regale 
un instante de ensue;o.

Frente a ustedes 
hay platos 
oscuros, 
y sus reflejos — 
espejos 
del destino.

Las palabras 
las dir;n 
alg;n d;a, 
sin perderse, 
sin perder 
el alma.

Y, mir;ndose 
el alma, 
entregar;n 
una parte 
de s;.


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